domingo, 27 de enero de 2013

Desayuno con diamantes

Estos son mis diamantes. Mi abuelo, agricultor y cabrero, se pasó toda la vida, o al menos los 36 años que le he conocido, plantando naranjos y limoneros, injertándolos y volviendo a injetar. Siempre decía que los limoneros eran más fuertes, así que le ponía ramas de naranjos a los limoneros para que tuvieran más fuerza, pero dieran naranjas.   La verdad es que toda la familia decía que no tenía ni idea, ni de cuando había que hacerlo ni cómo. Pero él siempre siguió en sus trece. Fue cabezota como nadie. 
Estas navidades, me traje del pueblo estos naranji-limones. Que no crecieron buscándolo, sino que se autoinjertaron al plantar él un naranjo y un limonero muy juntos. Ahora, una de mis tías tiene un árbol en el que unas ramas dan naranjas, otras limones, y otras una mezcla, una fruta del tamaño de las mandarinas, forma redondeada pero con el culillo del limón, color naranja, y sabor de limón...Esta es la herencia de mi abuelo. Se fue, pero dejó muchas cosas detrás. Te quiero, abuelo.

 Y mis otros diamantes, los que me ha regalado mi abuela. Tengo la increible suerte de seguir contando con ella, a los 38 años. La mujer más incansable, cariñosa pero sin zalamerías, la que ha criado ocho hijos, a gran parte de sus catorce nietos, y aún tiene fuerzas para coger a sus bisnietos...Mucha más fuerza de la que yo he tenido nunca, a pesar de todo el sufrimiento que ha tenido durante toda su vida.
Ella me enseñó a hacer punto de cruz, vainica y ganchillo, en las largas y calurosas tardes del verano cacereño, mientras mis tías cosían su ajuar. Un tiempo tan lejano ya.
A mi las labores rápido se me caían de las manos, en aquellos veranos de mis ocho a catorce años, así que prácticamente ya no sé hacer nada de lo que me enseñó. 
El mantel de la foto, es uno de los muchos regalos que me ha hecho. Dejó de hacer ganchillo hace unos años, por la artritis galopante de sus manos. Pero ha tenido la paciencia de hacer manteles y toallas, tapetes y bolsitos de ganchillo, para todos los nietos. A mi mantel, le bordamos mi madre y yo unas flores a punto de cruz. 
Todo junto, es mi historia y mi tesoro.